Opiniones sobre las mujeres publicadas en la prensa del siglo XIX

"si a su educación común o general acompañase la enseñanza de la filosofía moral y de otros ramos de las ciencias que no son incompatibles con sus deberes sociales y sus ocupaciones domésticas, la instrucción que adquirirían llenaría el vacío de muchas horas desocupadas, cuyo fastidio las obliga a recurrir a frívolos entretenimientos. También las pondría en el caso de poder amenizar las conversaciones con su modo de discurrir delicado y agradable [...] Lo que se pretende es instruirlas en los deberes de la vida doméstica y en los del trato de la sociedad, inspirándoles amor al ejercicio de las virtudes, fundado en las dulces máximas de la sana moral..." (J.M.R.P. "Importancia de la instrucción del Bello Sexo", La Alhambra, núm. 7, 1839).

Diario de Madrid (4 de enero de 1840)

"La mujer por naturaleza es la vanidad personificada: su pasión predominante es el amor, y su alimento más grato la lisonja [...] El amor y el orgullo son las pasiones principales de la mujer [...] nacida para el deleite [...]" (R de C, Diario de Madrid, 10 de enero de 1840)

"Por poco aficionado que sea usted a la vida de familia, se complace en suponer a la transeúnte en un cuartito retirado del hogar y quizá sentada junto a una cuna, donde duerme envuelto en limpios y suaves pañales el tierno infante [...] y si no la rueca y el huso patriarcales, a lo menos la costura, el bordado, el libro, los cuidados maternales que a la matrona ennoblecen [...] Digo, me parece que esto es el bello sexo." (Roberto Rober, "Las tertulianas de café" El Museo Universal, 12 de marzo de 1865)

"La mujer no debe ser nunca igual al hombre en derecho social, sino su compañera" (A.P.A. "La emancipación de la mujer" El Correo de la Moda, 2 de nov. 1875)

"En efecto, mientras que nosotros aspiramos a la independencia, ellas desean dar y recibir una dulce esclavitud." ("Influencia de las mujeres en la sociedad" El Museo de las Familias)

"La mujer tiene una misión principalísima en la vida, la de ser el encanto y la alegría del hogar" ("Algo para las mujeres" El Correo de la Moda, 2 de julio de 1881)

"¡La abnegación! Qué bella palabra; cómo realza la corona de la mujer y embellece su misión sobre la tierra. Sin la abnegación de la mujer no existiera la felicidad doméstica ni llegaría a veces el hombre a los grandes destinos a que le llama la sociedad. ¡Qué sentimiento tan rico en beneficio es la abnegación! La abnegación es la fortaleza del espíritu, el olvido del bienestar propio para pensar en el ajeno, y por eso esta virtud es necesaria sobre todo al ama de casa." (Varonesa de Olivares, "La vida en familia" El Correo de la Moda, 3 dic. 1884)

"El oficio de la mujer en la copulación casi está limitado a sufrir la intromisión mecánica del órgano copulador masculino" (Pedro Felipe Monlau, Higiene del matrimonio o el libro de los casados. 3a. ed, Madrid: 1865; 7a. ed. aumentada, París: Garnier, 1892)

 

La histeria en el siglo XIX

De Bridget Aldaraca, "The Medical Construction of the Feminine Subject." Cultural and Historical Grounding for Hispanic and Luso-Brazilian Feminist Literary Criticism. Minneapolis, Minnesota: Insititute for the Study of Ideologies and Lit., 1989. 409:

En edad temprana ya demuestran las histéricas lo que han de ser, presentando la emotividad tan propia de ellas, por lo que tan pronto ríen como lloran, por cualquier pretexto que impresione: precoces, coquetas, procurando llamar hacia sí la atención, dadas a la mentira, sujetas a pesadillas, a palpitaciones y a la anemia. La moviblidad más exagerada es el principal distintivo intelectual; susceptibles de una instrucción extensa y brillante, les es imposible dedicarse a nada serio y constante. Son el espíritu de contradicción, dadas a la controversia, fantásticas, y con las mayores rarezas de carácter, su sensibilidad es exagerada y las variaciones de sus sentimientos no guardan proporción con la causa que las motiva; cambian a cada instante de pensamientos y afectos; tienen una afición innata al engaño, a la calumnia y a los chismes, inventando, para justificar cualquier cosa, una bien urdida novela...se les nota además una debilidad marcada de voluntad y de inteligencia. (Dr. Joaquín Martínez y Valverde, El guía del diagnóstico de las enfermedades mentales. Barcelona: 1900, 242-243.)

 

De Bridget Aldaraca, El ángel del hogar: Galdós y la ideología de la domesticidad en España. Trad. Vivian Ramos. Madrid: Visor, 1992:

En las ninfómanas se observa de ordinario una especie de incomodidad epigástrica, sugestión uterina, angustias e inquietud, arrumacos graciosos, miradas muy tiernas y expresivas, solicitaciones bajo todas las formas, actitudes provocadoras, familiaridades insólitas, y el furor uterino se declara con gestos y gritos desordenados, que revelan la grande exaltación de los órganos genitales. Si hay satisfacción con la cópula o sus suplementos sobreviene la calma, sin apagarse los mismos deseos, pero a la primera ocasión se reproduce el paroxismo erótico, y exige nuevos actos, y se entrega el sujeto a nuevos excesos, sin que se satisfaga jamás. Cuando la castidad y el pudor no refrenan a la mujer, los placeres venéreos son en ella mucho más estrepitosos... Si la mujer llega a perder el freno del pudor que tanto la embellece, nadie es capaz de presentar los actos lúbricos y obscenos a que la arrastra su mayor sensibilidad sexual. (Pedro Mata Fontanet, Tratado de medicina y cirugía. 5a. ed. vol II. Tetuán de Chamartín, 1874).

 

Ideología del matrimonio

Bridget Aldaraca, El ángel del hogar: Galdós y la ideología de la domesticidad. Madrid: Visor, 1992.

"La negación de cualquier posibilidad de conflicto de intereses entre marido y mujer, principio básico sobre el cual se funda la vida familiar ideal, entiéndase armónica, tiene como resultado la consiguiente futilidad de abordar el tema de la vida cotidiana en el hogar en términos problemáticos. Es por lo tanto la negación consciente o inconsciente de la experiencia real lo que crea las condiciones para que la mujer pueda ser idealizada. Sólo es posible entender la imagen de la mujer como musa, inspiración, espíritu puro y la concomitante carencia de cualidad específica en la retórica que rodea el ángel del hogar, dentro del contexto de idealización que utiliza como punto de partida la negación de la presencia real de la mujer como individuo, es decir como un ser dotado de una cierta autonomía social y moral. La mujer idealizada alcanza fortaleza espiritual a la par que pierde concreción física, convirtiéndose finalmente en una fuerza espiritual omnipresente pero efímera, intocable como Dulcinea, y como ella, caracterizada tanto por su ausencia corpórea como por su capacidad de ser fuente de inspiración. Una vez que Dulcinea cobra sustancia y personalidad, se convierte en Teresa Panza." (46)

 

La postura feminista

"Si atendemos a la idea de que Dios dotó al hombre y a la mujer con unos mismos dones y facultades naturales para proveer a la comodidad general o individual, en una palabra, que los creó para que cumpliesen juntos las leyes de la vida, debemos también conceder que pertencece a la mujer un campo más vasto para poner en práctica sus facultades que el que le presentan las ocupaciones domésticas [...] Es preciso convenir en que estos limitados círculos no ofrecen suficiente ocupación a todas las mujeres; que no todas, casadas o solteras, viven en las mismas relaciones domésticas, ni reciben la misma educación; y sobre todo, no participan de las mismas inclinaciones. [...] No pedimos absoluta monarquía en el hogar ni en el trono, ningún derecho que no se nos deba de justicia, pero queremos que se nos permita obrar libremente, y seguir nuestra vocación." (Anónimo [pero de la "pluma de una señora"] "Derechos de la mujer" El Reflejo, 1845: 123-124)

"Los sofistas que de la fuerza derivan el derecho fueron hábiles en este caso, fundando en la sumisión de la mujer todo un sistema de metafísica sexual, pues la fuerza sola no consigue más que sumisión temporal, y el asentimiento perpetuo se obtiene dando a la violencia y a la servidumbre color de deber y virtud; edificando sobre el acto brutal teorías que santifiquen los hechos consumados.  No quiero insinuar, señores, que haya existido vasta conjura de un sexo para sujetar al otro; los grandes fenómenos de dominio y sumisión en la historia, no son frutos de combinaciones calculadas, sino de inconsciente impulso dictado por el interés colectivo."(Emilia Pardo Bazán, "La educación del hombre y la de la mujer", 1892)

Ver también el ensayo de Concepción Arenal, "La educación de la mujer"