CANCIONES NARRATIVAS

Romances: poemas narrativos tradicionales compuestos en octosílabos, con rima asonante en los pares.

Romances tradicionales

ROMANCE DEL PRISIONERO

Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.

ROMANCE DE GERINELDO

 

Levantóse Gerineldo,

que al rey dejara dormido,

fuese para la infanta

donde estaba en el castillo.

—Abráisme, dijo, señora,

abráisme, cuerpo garrido.
—¿Quién sois vos, el caballero,

que llamáis a mi postigo?

—Gerineldo soy, señora,

vuestro tan querido amigo.

Tomárala por la mano,

en un lecho la ha metido,

y besando y abrazando

Gerineldo se ha dormido.

Recordado había el rey

de un sueño despavorido;
tres veces lo había llamado,

ninguna le ha respondido.
—Gerineldo, Gerinaldo,

mi camarero pulido;
si me andas en traición,

trátasme como a enemigo.
O dormías con la infanta

o me has vendido el castillo.
Tomó la espada en la mano,

en gran saña va encendido,
fuérase para la cama

donde a Gerineldo vido.
El quisiéralo matar,

mas criole de chiquito.
Sacara luego la espada,

entrambos la ha metido,
porque desque recordase

viese cómo era sentido.
Recordado había la infanta

y la espada ha conocido.
—Recordados, Gerineldo,

que ya érades sentido,
que la espada de mi padre

yo me la he bien conocido.

 

ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE

Un sueño soñaba anoche,

soñito del alma mía,
soñaba con mis amores,

que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca, 

muy más que la nieve fría.
—¿Por dónde has entrado, amor?

¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas, 

ventanas y celosías.
—No soy el amor, amante:

la Muerte que Dios te envía.
—¡Ay, Muerte tan rigurosa, 

déjame vivir un día!

—Un día no puede ser, 

una hora tienes de vida.

 

Muy deprisa se calzaba,

más deprisa se vestía;
ya se va para la calle, 

en donde su amor vivía.

 

—¡Ábreme la puerta, blanca,

ábreme la puerta, niña!
—¿Cómo te podré yo abrir

si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,

mi madre no está dormida.
—Si no me abres esta noche,

ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,

junto a ti vida sería.
—Vete bajo la ventana

donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda

para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare,

mis trenzas añadiría.

 

La fina seda se rompe;

la muerte que allí venía:
—Vamos, el enamorado,

que la hora ya está cumplida.

 

Federico García Lorca

Romance de la luna, luna

               A Conchita García Lorca

 

La luna vino a la fragua



con su polisón de nardos.



El niño la mira, mira.



El niño la está mirando.





 

En el aire conmovido



mueve la luna sus brazos



y enseña, lúbrica y pura,



sus senos de duro estaño.





 

Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,



harían con tu corazón



collares y anillos blancos.





 

Niño, déjame que baile.



Cuando vengan los gitanos,



te encontrarán sobre el yunque



con los ojillos cerrados.





 

Huye luna, luna, luna,



que ya siento sus caballos.





 

Niño, déjame, no pises



mi blancor almidonado.





 

El jinete se acercaba



tocando el tambor del llano.



Dentro de la fragua el niño,



tiene los ojos cerrados.





 

Por el olivar venían,



bronce y sueño, los gitanos.



Las cabezas levantadas



y los ojos entornados.



Cómo canta la zumaya,



¡ay, cómo canta en el árbol!



Por el cielo va la luna



con un niño de la mano.





 

Dentro de la fragua lloran,



dando gritos, los gitanos.



El aire la vela, vela.



El aire la está velando.



que la hora ya está cumplida.